Publicado: 7 de Abril de 2015

Las calderas de calefacción de gasoil, gas o leña, crean una llama gracias a la combustión de estos productos que dan poder calorífico en el interior de las calderas. Esta llama produce como residuo el humo, el cual pasa por el interior de los circuitos internos de las calderas dando temperatura a las mismas.
El humo que es la parte residual de la combustión de estos productos se compone de partículas de hollín las cuales se depositan en el interior de los circuitos de las calderas, llegando a taponar los. 
Debido a esto, los humos que calientan el interior de las calderas no pueden realizar su recorrido haciendo que la misma  consuma mucho gasóil, gas o leña dando poco rendimiento o poder calorífico, puesto que el hollín absorbe el calor del humo y no lo transmite al sistema interno de la caldera.
Además corremos el riesgo con la saturación de los hollines en el interior de los circuitos y debido a los cambios de temperatura constantes, éstos hollines se petrifiquen, dilaten y hagan presión reventando el circuito creando perdidas de presión de agua en la caldera.        
Gracias a la extracción periódica de los hollines que se van depositando en los circuitos internos de las calderas de calefacción obtenemos mejor rendimiento puesto que alcanzamos mayor temperatura con menos consumo y la durabilidad del sistema se incrementa, teniendo menos averías.